Ya lo dice el refrán: “cuando marzo mayea, mayo marcea…” y más o menos ese camino llevamos en cuanto a las temperaturas. Respecto a las lluvias, entrando en junio y a las puertas del verano, hemos visto que esta primavera en nada se parece a la del año pasado, ya que, durante el período abril-mayo y salvo excepciones, han estado por debajo de lo normal. También en cierto, que las temperaturas se han comportado por debajo de lo que suele ser habitual en mayo. En cuanto a las tormentas, no podemos destacar episodios importantes y eso tampoco ayuda a la aparición de las setas. Encima, en esos episodios tormentosos, la lluvia se concentra en dos o tres días y luego tenemos hasta un par de semanas sin caer una gota. En el Pirineo, además, sigue nevando en cotas bajas: casi ha nevado más en primavera que en el invierno.
Así que, con este panorama tan irregular, es difícil poder hacerse una idea de lo que nos espera en junio en lo referente a las setas. De todas formas, no tiremos todavía la toalla. Si este mes se comporta como tal, suben las temperaturas y llegan lluvias en forma de frentes o de tormentas, podemos tener grandes alegrías micológicas
En junio, en las zonas más altas de montaña, por encima de los 2.000 m., podremos encontrar todavía algún Calocybe Gambosa, también algunos Agaricus o champiñones (A. crocodilinus, A. litoralis, A. bisporus, A. bitorquis, etc.), especialmente en praderas y páramos altos. En los bosques, sobre todo bajo frondosas, empezarán a fructificar, si no lo han hecho en mayo, Amanita rubescens (Amanita vinosa o Galanperna Galdakanesa), en compañía de Amanita spissa. También las Russulas más tempranas comienzan a aparecer (Russula vesca, R. aurea y R. cyanoxantha), especialmente en robledales y hayedos.
Además, los Boletus, en cuanto las temperaturas se recuperen un poco, surgirán con cierta abundancia (Boletus reticulatus, B. aereus y B. erythropus). De la misma manera, en estos bosques y de forma abundante si la humedad sigue acompañando, los Cantharellus o rebozuelos (Cantharellus cibarius y C. pallens) e incluso alguna Lengua de vaca (Hydnum repandum), pueden llegar a verse ya en junio. En zonas más termófilas (o no tanto, dependiendo de la temperatura ambiente), a los más “suertudos” la Amanita caesarea les puede sorprender con sus espectaculares colores. Asimismo, en esta época primaveral en los bosques montanos de Pino silvestre, se produce un generoso brote de Boletus pinophilus.
Tampoco podemos olvidarnos de las amanitas primaverales, algunas de ellas mortales como Amanita verna e incluso Amanita phalloides, que suele ser muy precoz en los bosques termófilos de frondosas. La primera puede ser confundida con champiñones y la segunda, con sus tonos verdes, con russulas verdosas (R. heterophylla, R. virescens o R. cyanoxantha).
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