El verano empieza a dejar paso al otoño, los días se acortan, las temperaturas aflojan y los frentes de lluvias se suceden… bueno, eso es la teoría y lo que debería ser, pero con el manido “cambio climático”, lo cierto es que esto, cada vez es más irregular, más extraño y más imprevisible. Como muestra este año que, contra todo pronóstico, ha sido excepcionalmente lluvioso hasta junio, algo a lo que estábamos poco acostumbrados. Pero vamos a ser optimistas y pensar que septiembre va a ser ese mes de transición entre las altas temperaturas del verano y las más suaves del otoño, con entrada de lluvias generosas, como la antesala de un otoño lluvioso, que es lo que ansiamos los aficionados a la micología.
Si tenemos en cuenta la latitud y la altitud, es cierto que este mes es casi casi la última oportunidad para las setas en muchas zonas de montaña, pensando en las cotas más altas de la Cordillera Cantábrica o de los Pirineos, donde la caída térmica es muy acusada durante este mes. En muchos casos, octubre ya es tarde para numerosas especies en estas zonas. Así, en las cotas más altas de nuestros bosques, finales de agosto ya es plena temporada para especies como Boletus edulis y B. pinophilus o incluso Lactarius salmonicolor, L. deliciosus y L. sanguifluus, típicamente otoñales en otras latitudes y, si me apuráis, hasta invernales.
Para los bosques de frondosas (hayedos, robledales, castañares) es, quizás, el mejor mes del año, si las temperaturas y lluvias acompañan. Se producen auténticas explosiones de Boletus (B. aereus, B. reticulatus, B. edulis, B. satanas, B. rhodoxanthus, B. erythropus y así hasta algo más de 30 especies). También son abundantes las Russulas (Russula virescens, R. cyanoxantha, R. vesca, R, melliolens, R. aurata…), que muchas de ellas, en las zonas más húmedas, han ido apareciendo durante todo el verano. Numerosos bosques se cubren de auténticas alfombras de la trompeta de los muertos (Craterellus cornucopioides), así como de otros Craterellus (C. tubaeformis) y Cantharellus (C. cibarius, C. pallens, C. friesii) y de grandes corros de pie de Rata o Ramarias, como la tóxica R. Formosa o algunas comestibles como R. flava o R. botrytis. Otra especie clásica que forma grandes corros en los bosques, es la lengua de vaca o Hydnum repandum, con ese color naranja rosado en esta época del año.
También, si la lluvia es generosa, despiertan los bosques de coníferas y empiezan a verse las primeras angulas de monte (Craterellus tubaeformis) y los níscalos, robellones o esne-gorriak y, como no, también los “comospolitas” Boletus edulis y B. pinophilus, a los que les encantan los pinares y abetales viejos y de suelo ácido, aunque esto cada vez más es misión imposible, debido a las zonas acotadas, los recolectores que los recogen para la venta y el abandono de algunos montes.
No debemos olvidarnos de que también es temporada para las especies más venenosas, por lo que los aficionados deben extremar la prudencia. La Seta engañosa, Maltzurra o Entoloma sinuatum (esta especie, por ejemplo, causa el 75% de los envenenamientos del País Vasco), Amanita phalloides (Mortal) y Amanita pantherina, brotan con abundancia en robledales y hayedos, Boletus satanas en robledales y encinares, Amanita muscaria, en todo tipo de bosques, la escasa y rara Amanita virosa (mortal) y, mucho más raro y escaso todavía, Cortinarius orellanus (mortal). Terminamos con otra especie muy abundante en frondosas y coníferas, y considerada mortal en los últimos años, como es Paxillus involotus.
Como siempre, recomendamos a todos aquellos aficionados poco experimentados, recoger con prudencia si no conocen bien las especies, y recolectar unos pocos ejemplares, para poder consultar en aquellos centros habilitados para tal fin, así como en las Sociedades Micológicas que tienen servicio de identificación de las setas recolectadas, como atención al aficionado.
¡¡¡Os esperamos en la Micológica de Barakaldo!!!
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